Si hay algo especial sobre la verdadera amistad es que hace que aflore lo mejor de nosotros mismos...si pensamos en nuestros amigos, encontramos que nos unen algunas cosas
en común aun siendo diferentes. En la
película animada de Walt Disney, "Ralph el demoledor", descubrimos una amistad
así en dos personajes que, aparentemente, no tienen nada en común, salvo que ambos
son rechazados y llevan vidas incomprendidas, solitarias.
La historia es peculiar, nos sorprende al sumergirnos en la vida de los protagonistas
de videojuegos del arcade (máquinas accionadas por monedas, muy populares antes
de la llegada del nintendo).
Precisamente uno de estos personajes, Ralph, demoledor profesional, cansado
de ser villano decide demostrar que también puede ser bueno. Así comienza su aventura paseando de un videojuego
a otro, en busca de una acción heroica que lo reivindique; en el camino se
encuentra con Vanellope, una dulce niñita que, supuestamente, es una falla del
juego de carreras Sugar Rush, quien necesita
ayuda para ganar y volver a su estado normal.
Luego de divertidas situaciones en las que se pone a prueba la amistad y
tras lidiar con oscuros personajes del mundo del videojuego, Ralph se convierte
en el héroe y mejor amigo de Vanellope.
A
pesar de continuar siendo un rudo demoledor, se gana el respeto de sus
compañeros de juego.
La historia de "Ralph, el demoledor", encierra un bonito
mensaje: no olvidar cuales son los sólidos lazos de una verdadera amistad (aunque
seamos diferentes y no haya un contacto constante); también nos enseña
que las apariencias a veces nos engañan porque, dentro de un grandulón con cara
de malo se puede esconder una persona dispuesta a dar mucho amor y, una frágil
figura, podría albergar el valor que se necesita para transformar un mundo.