martes, 19 de junio de 2012

Ópera

Ana Bolena

Anna Netrebko como Ana Bolena.
Es muy agradable contar una historia, pero es mucho más maravilloso cantarla. En el año 1830, el compositor italiano Gaetano Donizetti estrenó por primera vez Ana Bolena, ópera en dos actos que narra la desdichada vida de la segunda esposa de Enrique VIII Rey de Inglaterra. El año pasado el Metropolitan Opera House de Nueva York (MET) abrió su temporada 2011-2012 con este drama operístico, teniendo entre sus principales voces a la soprano rusa Anna Netrebko en el papel de Ana Bolena, el barítono Ildar Abdrazakov como Enrique VIII, la mezzosoprano Ekaterina Gubanova interpretó a Jane Seymour y el tenor Stephen Costello como Lord Percy.

En la obra, Donizetti nos sitúa en el último capítulo de la vida de la reina: repudiada por su esposo Enrique VIII por una supuesta infidelidad, traicionada por su leal dama Seymour, quien se convierte en la amante del rey; presa de confusos sentimientos hacia Percy, su primer amor y condenada a muerte. Ana Bolena ha sido motivo de importantes referentes literarios, cinematográficos y teatrales, pero, es con el género de la ópera, con el que el espectador puede revivir el verdadero infortunio de los protagonistas de este interesante episodio de la monarquía inglesa.

Ildar Abdrazakov como Enrique VIII.
La interpretación de Anna Netrebko estuvo soberbia, potente, nos reveló una soberana que linda entre la dureza de su orgullo y la flaqueza de sus sentimientos; quien, a pesar de abandonar por momentos la cordura, se mantuvo firme y prefirió perder la vida para conservar el honor. El tenor Stephen Costello, en el papel de Lord Percy fue también sorprendente, su voz y desenvolvimiento mantienen el tono dramático y desesperado de sus sentimientos burlados. Ambos fueron los más aplaudidos por el público.


La dirección del maestro Marco Armiliato a la cabeza de la orquesta del MET, fue estupenda, la partitura musical se sintió con mucha fuerza y soltura, la escenografía y el vestuario estuvieron espectaculares, con aires de sobriedad y misterio, completando el sentido trágico de la historia. Sin duda, una obra que apasiona por el ímpetu de sus interpretaciones, el ritmo se su drama y su implícita riqueza histórica.

Ópera

Soprano Elisabete Matos, Turandot.
Turandot, el triunfo del amor


Cuando leí en el diario que presentarían Turandot, en vivo, en Lima, tuve que releer varias veces la noticia para darle crédito a lo que veía. Aunque nuestra ciudad se ha convertido en un escenario habitual para la ópera, esta obra, una de las más importantes y hermosas, es tan ambiciosa como exigente, por ello su puesta en escena es un regalo para el público limeño.

Tal acontecimiento debe agradecerse a la Universidad San Martín de Porres y la Asociación Romanza, que presentan esta inmortal creación de Giacomo Puccini en el marco del 50º aniversario de fundación de dicha casa de estudios.

Los roles principales fueron interpretados por la soprano portuguesa Elisabete Matos como la cruel princesa Turandot, el tenor ruso Sergey Nayda como el príncipe Calaf, la soprano japonesa Miki Mori como la dulce y sacrificada Liu y, el barítono Rubén Amoretti como el rey Timur, padre de Calaf.

El argumento es el siguiente: la ciudad de Pekín está triste porque un decreto real obliga a los pretendientes de la princesa Turandot a pasar una severa prueba para conseguir su mano o morir decapitados. Calaf, un príncipe extranjero se enamora perdidamente y acepta resolver los acertijos, su habilidad le permite salir airoso pero, ante el rechazo de Turandot, este le propone un último enigma, ella debe adivinar el nombre del príncipe, así se librará del matrimonio y tomará su vida como recompensa.

Tenor Sergey Nayda en el papel de Calaf.
La malvada soberana obliga a Liu, la sirvienta enamorada secretamente del príncipe, a confesar el nombre, pero ella se quita la vida antes de traicionar a su señor, este hecho remueve la conciencia y los sentimientos de Turandot. Calaf le confiesa su nombre, ya sin ninguna esperanza de ser correspondido, sin saber que su pasión ha derretido el hielo en el corazón de la princesa. Finalmente Turandot promulga el verdadero nombre del príncipe, ella lo llama amor.

La puesta en escena que acabamos de apreciar en Lima es meritoria, el escenario, la música de la Orquesta Sinfónica Nacional, las voces del Coro Nacional y las coreografías del Ballet Nacional consolidaron la impecable calidad de la presentación.

Ballet Nacional
Los intérpretes estuvieron a la altura, el desempeño de las sopranos fue excepcional, lo agradecimos con interminables aplausos; Elisabete Matos se lució con la fría Turandot pero fue Miki Mori quien se robó al público como una dulce y valiente Liu.

Puccini falleció antes de culminar esta magistral ópera, la última de su vasta obra, pero le imprimió lo necesario para cerrar sus creaciones, las que aún estremecen al público; él como nadie describe la dicha, la locura y la tragedia del amor.

En Turandot, Puccini nos dice que no importa cuanto hagamos para escapar, porque al final, hasta el corazón más frío termina cediendo, rendido ante el amor.

cine

La bella y la bestia


Si somos muy soñadores y tenemos que escoger un cuento de Disney como favorito, de seguro que sería este. La bella y la bestia, peculiar historia de amor que encierra una importante enseñanza: la verdadera belleza está siempre en el interior.

Este cuento, además de ser hermoso, es tomado como ejemplo para analizar ciertos comportamientos en las relaciones humanas. De origen europeo, la historia es adaptada por la Disney y llevada al cine por primera vez en el año 1991. Hoy, vuelve a las pantallas en versión 3D, una gran oportunidad para revivir el atípico romance entre una soñadora joven y un despiadado monstruo, quienes nos enseñan el auténtico significado del amor…

…que es encontrar la belleza oculta; transformar, como por arte de magia, un horrible defecto en algo hermoso que sólo ven los ojos del corazón, porque cuando Bella se enamora de la Bestia, no tiene la menor idea de que en realidad, es humano. Ella lo ama porque descubre que, en el fondo de ese disfraz que asusta, vive un verdadero príncipe que sólo el amor puede ver.

La bella y la bestia es el cuento favorito de los soñadores porque posee el misterio y encanto que, casi siempre, rodea al verdadero amor.

Ópera

Don Carlo


Desde su reinauguración, el teatro Municipal ha sido escenario de aclamados eventos operísticos, Don Carlo es el último de ellos. Esta magnífica obra del compositor italiano Giuseppe Verdi, narra una conmovedora historia de amor, llena de sentimientos atrapados y engaños; es también  una obra de contexto político matizada entre la lealtad y la ambición.

El argumento nos habla del amor que siente Don Carlo por Isabel, princesa de Francia, quien corresponde a sus sentimientos con la misma pasión, pero, por razones políticas, contrae matrimonio con el rey Felipe II de España, padre de Don Carlo.  El sufrimiento de Don Carlo, es consolado por su fiel amigo Rodrigo, quien encuentra la muerte como respuesta a su lealtad a ambos soberanos.

Las intrigas políticas entre el rey y el Inquisidor, acentúan el tono dramático de la obra; la sensualidad y descaro de la princesa de Eboli, atraída por Don Carlo y amante de Felipe II, terminan con la venganza que marca el desenlace de la ópera. “Las guerras del amor se libran en el cielo”, es el canto que acompaña la inesperada muerte de Don Carlo, quien es arrastrado a una tumba por el fantasma de su abuelo.
Una puesta en escena, impecable, entrañables interpretaciones de las arias más hermosas que ha dado la ópera italiana. Si la historia en verdad fue conmovedora, lo fueron más las voces; el público aplaudió interminablemente, y, con especial emoción el dúo entre Don Carlo y Rodrigo “Dios, que en el alma infundes (amor, esperanza…libertad)”, uno de los dúos más extraordinarios, un verdadero regalo para los oídos.