Fui a ver esta película buscando lo que se esconde detrás de la política y la ambición por el poder, también por los protagonistas, George Clooney y Ryan Gosling que siempre le imprimen mucha personalidad a sus papeles, me gustó, pero esperaba más.
Poder y Traición narra la disyuntiva en que se encuentra Stephen Meyers (Gosling) uno de los asesores de campaña del candidato a la presidencia por el partido demócrata Mike Morris (Clooney). Luego de una serie de sucesos, que incluyen una propuesta laboral del otro candidato, hasta la súbita relación sentimental con la joven pasante de la campaña Molly Stearns (Evan Rachel Wood), Meyers descubre que su candidato no es la persona que todos creen; oculta secretos que podrían ser usados en su contra, algo que Meyers utiliza muy bien, mientras su personaje se transforma de idealista a inescrupuloso y desleal.
La correcta dirección de la película está a cargo del propio Clooney, el clima creado es constante y los episodios dramáticos se suceden uno a otro, nos vemos envueltos en el centro del manejo de una campaña electoral vista desde ambos lados: el idealismo y el oportunismo, las conciencias compradas y las lealtades que, en política, parecieran no servir para nada.
Para mi gusto la historia se desenvuelve algo plana, los momentos de tensión son muchos aunque casi no se sienten.
El guion de Poder y traición está nominado al Oscar como mejor guion adaptado, pero lo sentí carente de fuerza.
La historia sorprende pero la transformación de Gosling casi no se nota, quizá la expresión angelical innata del actor le resta seriedad al rostro de alguien que entra al círculo vicioso de la política, tornándose malvado y ambicioso. Aún así, la historia y la música que acompaña la escena final y los créditos se quedan contigo, junto a la mirada fija y decepcionada de Meyers tratando de explicarse y explicarnos como llegó a eso.
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